Cita de Maurice Genevoix: extracto del libro «Raboliot»
«Miraba al suelo cubierto de matorrales,
descifraba sobre el terreno, deprisa,
un galimatías cargado de significado».
La Sologne, bosque patrocinado por Sainte-Montaine, es un territorio de 500 000 hectáreas que se extienden por 3 departamentos: Loiret, Cher y Loir y Cher.
Un territorio forestal con un rico patrimonio construido
Tierra de antiguas tejerías y fábricas de ladrillos, su producción ha impulsado la artesanía y la arquitectura local.
El encanto de los pueblos de ladrillo y de los castillos enclavados en el corazón de este bosque son algunos de los lugares de visita obligada que ofrece la Sologne. Las casas e iglesias con «caquetoires» de madera y ladrillo, los lavaderos, el adobe… son algunas de las maravillas por las que se distingue la Sologne.
Sologne, una tierra de leyendas, creencias y tradiciones, está repleta de historia y de misterios que aún hoy la rodean.
Una región natural, una auténtica reserva de biodiversidad
Sologne, una tierra de lagunas y ríos, es el hábitat ideal para la flora y la fauna.
Con frecuencia es posible ver ciervos rodeados de ciervas, contemplar corzos jugando o encontrarse jabalíes revolviendo los arcenes en busca de manjares.
Las zonas acuáticas también son propicias para el florecimiento de la fauna y la flora silvestre. Todas estas especies pueblan la esmeralda de Sologne, conocida como el Étang du Puits, preservadas en este verdadero remanso de paz acuático rodeado de una vegetación resplandeciente.
Un auténtico patrimonio gastronómico
Al ser tierra de caza, los grandes dominios hacen las delicias de los rastreadores de presas y los amantes de las terrinas (faisanes, conejos comunes, liebres, etc.) y otros perniles, acompañados de setas silvestres, incluido el hermoso y colorido rebozuelo.
La pesca, que se puede practicar en las numerosas lagunas de Sologne, ofrece descanso y bienestar, además de ricos alimentos.
Por su parte, la miel de Sologne evoca toda la dulzura y la delicadeza de los aromas de este territorio.
Unas tierras abiertas al turismo verde
En la Sologne, una tierra de caminatas, las rutas en plena naturaleza son magníficas y abundantes, incluido el famoso sendero de Sologne, que une Gien con Chambord pasando por los pueblos del Val de Sully. Tanto si se recorre a pie como en bicicleta o incluso a caballo, en Sologne siguen quedando muchas maravillas naturales por descubrir.